sábado, 29 de noviembre de 2014

Coronel Cacivio: “Acá yo soy el amo y señor de la vida”

Abrumadores testimonios durante el alegato de la querella por los juicios de lesa humanidad perpetrados en el centro clandestino de detención El Vesubio.

La Querella que agrupa a varias agrupaciones de derechos humanos, el jueves 20 de noviembre, acuso por delito de genocidio y pidió prisión perpetua para los imputados Gustavo “El Frances” Cacivio, Néstor “Castro” Cendón, Federico  Minicucci y Jorge Crespi  por 204 casos de detenidos desaparecidos que pasaron por el centro clandestino de detención y exterminio que se encontraba en Autopista Ricchieri y Camino de Cintura, conocido  como  El Vesubio.
El Vesubio  fue escenario de aberraciones inhumanas, que en un extraño y atroz modo justificaban su accionar en una especie de aleación que  fundía  una supuesta postura ideológica y con la exaltación por la fe cristiana sostenida en el antisemitismo, donde los abusos sexuales contra las jóvenes detenidas se desataban continuamente, representando una forma de exterminio en sí misma. Más allá de que el jefe del Vesubio, el coronel Cacivio, se mostrara en contra de este tipo de abuso “en este lugar no se viola, porque  en este lugar yo busco mantener la vida moral y cristiana. Mataría a quien te violo”, se lo oyó decir frente a una detenida, que había sido tan brutalmente violada que orinaba sangre.
Cacivio era apodado “El Frances” y fue la persona que decidía sobre la vida y la muerte en el Vesubio, era quien  afirmaba “acá yo soy el amo y señor de la vida, así que canta”. La acusación contempla 27 casos de homicidios y 11 casos de abusos sexuales.

Había que destruir por dentro, con la carne no bastaba, era necesario degradar hasta deshumanizar, agudizar la humillación hasta el quebranto, vulnerar todo lo que sea posible vulnerar, con desfigurar los rostros de las mujeres y cubrir de picana y  golpes los cuerpos no alcanzaba, los verdugos debían ir por mas…
“Ustedes son el demoño y por eso las vamos a castigar”, “judía hija de puta que elegís picana o violación?” la voz de la querella detonaba contra los oídos de los presentes. Los testimonios continuaron “si no hablas, va a venir el Oso que es especialista en violación”, “trajeron una jaula con una rata, me la pusieron  en la panza y me dijeron que estaba hambrienta y que si no les daba  un nombre me la iban a meter por la vagina para que me coma por dentro”. Hubo un especial ensañamiento con las mujeres, que en muchos casos sofrieron embarazos y abortos forzados, la violencia sexual era una práctica habitual.
“tenía 12 años, acecinaron a mi madre y me secuestraron. Cuando abusaron de mi estaba transitando mi segunda menstruación”
Los alegatos crudos, soltados por la querella, ocupaban el Salón de Usos Múltiples de los tribunales federales de Comodoro Py 2002, recordando la materialización del espanto perpetrado por el propio Estado Nacional en manos de una dictadura cívico  militar, que combatía eso que  llamaban “la subversión”, mediante tormentos que resultan muy difíciles de emparentar con su tan mentada fe cristiana.

La audiencia fue presenciada por Jorge Watts, sobreviviente del Vesubio, ex militante de Vanguardia Comunista y primer testigo de la querella en los primeros juicios del centro clandestino de detención de La Matanza, en 2010. “Esta es la segunda parte de los juicios del Vesubio y hay una tercera que está en instrucción a cargo del Juez Daniel Rafecas, ahí hay más identificados que aun no están detenidos” marco Watts, quien también afirmo que “ hasta ahora hemos condenado a casi 600 represores, lo que  es muy poco, porque en el país entre el 75 y el 83 funcionaron 600 centros clandestinos de detención, es decir, condenamos a menos de 1 por centro y según nuestras investigaciones hay 20.000 implicados en participación directa, entre fuerzas armadas y fuerzas de seguridad”.

El periplo atravesado por los ex detenidos, sus familiares y los organismos de derechos humanos sufrió numerosos vaivenes durante el transcurso de la democracia, desde los primeros juicios, durante 1983, pasando por las leyes obediencia debida, el punto final y la posterior reapertura de los juicios, a partir de 2003.

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